Francisco Marcos Burgos Esteban
La afinidad y el parentesco tuvieron una importancia capital en las relaciones de poder en la Edad Moderna. La obligación de ayudar a familiares y amigos y de corresponder a estos favores acrecentaban la autoridad personal. Este deber de asistencia mutua integraba al individuo y a su grupo familiar más cercano en un entramado más complejo de relación. Pero, sobre todo, los diferentes tipos de vinculación personal generaban caminos de autoridad particulares en una sociedad heterogénea donde lo peculiar se convertía en característico, favoreciendo que dicha diversidad evolucionase con ritmos acompasados. Los lazos del poder que componen estas redes en un Estado moderno en el que lo público y lo privado aún no se distinguen suficientemente a la hora de ejercer la autoridad, constituían unos nudos de comunicación esenciales que discurrían paralelos al conducto institucional, cuando no eran más rápidos y efectivos, llegando a confundirse con este.
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