No, el autor no ha encontrado al diablo, y se felicita por ello. Sólo se ha planteado esta simple pregunta: "¿Qué ocurriría si Satán fuese efectivamente el príncipe de este mundo, como dice la Escritura?" La respuesta no deja de ser inquietante: si nuestro mundo estuviera gobernado por el diablo, no se conduciría de forma distinta a como lo hace en la actualidad. Todas nuestras actividades, en todos los terrenos, llevan su sello o se inspiran en el ejemplo que nos ha dado negando el amor para abismarse en la contemplación de sí mismo. Como el propio demonio nos dice, sus 36 cartas (acerca de la política, la religión, la historia, el teatro, el cine, la pintura y todo lo demás) son otras tantas pruebas de su existencia; no es preciso recurrir a los caducos procedimientos de la posesión: "Vosotros os poseéis a vosotros mismos", afirma. ¿Podríamos estar "diabolizados" hasta ese extremo? ¿O nos vamos "diabolizando" poco a poco, por nuestros propios medios, y sin apenas darnos cuenta? El lector decidirá, al hilo de este libro divertido que acaba siendo una seria advertencia.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados