La proyección del neoestoicismo de Justo Lipsio fuera del mundo de la erudición latina se debió en buena medida a defensores españoles del nuevo sistema moral, como Quevedo, para quien el sincretismo filosófico y teológico del humanista holandés iba a encontrar acogida en el humanismo de la contrarreforma que tan decisivamente influyó en el desarrollo de los géneros populares en el siglo XVII.
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