A mediados de abril de 1997 el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Zaragoza organizó un curso sobre “Nacionalismo e Historia”, compuesto por ocho lecciones dictadas ante un público numeroso que llenó el Aula Magna de la Facultad de Fiolosofía y Letras. El interés y la actualidad del tema, que los meses transcurridos desde entonces no han hecho sino reforzar, el apoyo y financiación de la Institución «Fernando el Católico», y la sensibilidad de su director, Guillermo Fatás, hacia estos temas, hicieron posible la realización de este ciclo de conferencias. La generosidad de los autores, reconocidos profesionales todos ellos, además de amigos, y de nuevo la acogida de sus textos escritos en las colecciones editoriales de la IFC, permiten ahora publicar este conjunto de estudios, del que se puede presumir que va a tener una notable incidencia en el vivo debate público –teórico, historiográfico y político– sobre las implicaciones y función de la historia en la génesis y desarrollo de las identidades nacionales, culturales y políticas.
Desde la conmoción y respuesta social provocadas por el asesinato en el verano de 1997 de Miguel Ángel Blanco hasta el cuestionamiento del marco constitucional por parte de los nacionalismos periféricos y alternativos al español, en la ocasión de la tregua de ETA, la declaración de Estella (y la de Barcelona, y la de Mérida...), previas todas a las elecciones autonómicas vascas y a la avalancha de diversas valoraciones que han suscitado los resultados electorales de las mismas, el tema del nacionalismo y de los nacionalismos ha ocupado un lugar preferente en las preocupaciones políticas colectivas.
También en octubre de 1997 se difundió el Plan de Mejora de las Humanidades (el retirado Proyecto de Decreto de Mínimos), elaborado para el Ministerio de Educación y Ciencia por una Comisión de la Fundación Ortega y Gasset con el propósito de revisar los contenidos de la Enseñanza Secun-daria Obligatoria (ESO) en la materia “Ciencias Sociales, Geografía e Historia”. De la centralidad de la enseñanza de la historia para el sistema educativo, y de lo polémico que resulta el modo de abordarla, ha sido buena demostración la envergadura del pleito público y político que suscitó la propuesta de reforma; se ha registrado la publicación de unos 650 artículos en la prensa española sobre el asunto sólo en los dos últimos meses de 1997.
Hacía mucho tiempo que los historiadores profesionales, por su parte, tanto en Europa como en España, en Cataluña como en el País Vasco o Galicia, habían olvidado el estudio de la historia como instrumento de persuasión nacionalista, aquella función legitimadora de la construcción y existencia de estados nacionales que se remitía al envejecido historicismo o a sus últimos testimonios, anteriores, por lo general, a la segunda posguerra mundial. Convencidos que el análisis del pasado tenía poco que ver con la catequesis nacionalizadora, o de que “la patria” había dejado de ser el objeto de la historia, asistieron sorprendidos a unas manifestaciones del “uso público de la historia” que volvían a colocar a la nación y al nacionalismo como centro de interés preferente para la cultura ciudadana y para el sistema educativo. La historiografía venía transitando en todas partes por otros caminos y la crítica histórica había avanzado mucho en desvelar los procesos y los mecanismos de construcción e invención política y cultural de las identidades nacionales. Así quedaba evidenciado en un encuentro organizado en Vitoria por la Asociación de Historia Contemporánea, cuyos textos y debates han sido publicados en el número 30 de la Revista “Ayer” (1998).
Las intervenciones recogidas en este libro se habían adelantado por su parte a las repercusiones en la opinión pública del proyecto del “Decreto Aguirre”, libres asímismo de las interferencias de la coyuntura política y electoral de este otoño del 98. Son también una reflexión colectiva, en la que participaron algunos de los mismos autores posteriormente reunidos en Vitoria, y recogen opiniones plurales, pero coincidentes en el rigor profesional exigible para el tratamiento de estos temas. Como ha escrito HOBSBAWM “es muy importante que los historiadores recuerden la responsabilidad que tienen y que consiste ante todo en permanecer al margen de las pasiones de la política de identidad, incluso si las comparten. Al fin y al cabo también somos seres humanos”.
Estos textos, revisados por los autores, son una crítica historiográfica de la evolución de las relaciones entre la historia y las demandas de identidad nacional, regional o territorial, planteadas desde su dimensión europea com- parativa (J. J. Carreras), la legitimación originaria del nacionalismo español (I. Peiró), la crítica de la mitografía histórica del nacionalismo vasco (J. Corcuera), la relación entre historia y nacionalismo en Cataluña (P. Anguera), el caso andaluz (M. González de Molina), el valenciano (P. Ruiz) y el aragonés(C. Forcadell). En el ciclo de conferencias que está en el origen de este libro participó J. Juaristi, quien habló de “La invención de los vascos. Siglos XV-XIX”, texto con el que no hemos podido contar, pues su contenido vio la luz poco después en las páginas de “El Bucle Melancólico. Historias de nacionalistas vascos” (1998), por el que acaba de recibir el Premio Nacional de Ensayo. Pedro Ruiz, por el contrario, no intervino, pero nos ha hecho llegar generosamente el original castellano de un trabajo cuya versión inglesa será publicada próximamente en el “Bulletin of Hispanic Studies”.
De la compañía a la soledad: el entorno europeo de los nacionalismos peninsulares
págs. 7-28
Valores patrióticos y conocimiento científico: la construcción histórica de España
págs. 29-52
Historia y nacionalismo en el caso vasco: de la invención de la historia a los derechos que de la historia se derivan
págs. 53-72
Nacionalismo e historia en Cataluña: tres propuestas de debate
págs. 73-88
El andalucismo político 1915-1998: ¿un andalucismo imposible?
págs. 89-116
págs. 117-142
págs. 143-160
págs. 161-170
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