Al inicio del libro, la autora narra la enseñanza de la lectura y la escritura a los párvulos desde los años cincuenta del siglo pasado, basada principalmente en las cartillas. Explica también las inquietu-des que estos materiales le generaban. A continuación, nos describe cuándo y cómo irrumpió y se di-fundió la teoría psicogenética de construcción de la escritura y la interpretación de textos escritos, desarrollada hasta entonces en América Latina, primero en la ciudad de Barcelona y después entre múltiples colectivos educativos de diversos territorios del Estado español. A partir de ahí, se impul-saron cambios e innovaciones en la práctica educativa de dichas enseñanzas.
Después de estas consideraciones históricas y teóricas, presenta el análisis minucioso de los datos de las producciones de ciento cincuenta y cuatro aprendices de 3, 4 y 5 años que realizaron las cinco ac-tividades siguientes: aprender a escribir y a interpretar sus nombres propios y los de sus compañeros de grupo, y a escribir los nombres de personajes de cuentos, animales, frutas y otros nombres comu-nes de cosas conocidas. En cada uno de estos capítulos se proponen actividades para realizar en las aulas, se dan orientaciones para que los docentes comprendan lo que realizan los pequeños, a fin de que ajusten sus intervenciones, y se insiste en que aprender a escribir y leer no depende de un méto-do concreto, sea cual sea. Depende de que las maestras y maestros tengan confianza en los niños y las niñas, les den oportunidades y respeten su tiempo para que construyan y desarrollen sus hipótesis sobre qué es la escritura, cómo se escribe y para qué sirve, porque otra enseñanza y otro aprendizaje son posibles.
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