Ángel Enrique Salvo Tierra, Pedro Miguel Guerrero Serrano
Desde los inicios de la civilización, la arquitectura ha observado a la naturaleza no solo como un entorno a habitar, sino como una fuente inagotable de inspiración formal, material y simbólica. Esta relación ha generado dos enfoques claramente diferenciados: por un lado, aquellos arquitectos que reinterpretan la naturaleza, creando arquitecturas que parecen haber surgido orgánicamente del paisaje; por otro, quienes emplean directamente materiales y sistemas naturales, desarrollando soluciones constructivas ecológicas y funcionales. Ambas corrientes, lejos de ser opuestas, han convivido en el tiempo y forman parte de una tradición arquitectónica que ha sabido evolucionar según el contexto técnico, cultural y ambiental. Desde la imitación formal de formas vegetales hasta la integración de la vegetación como elemento constructivo y bioclimático, la historia de la arquitectura puede leerse también como una historia de su relación con el entorno natural.
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