Durante la baja Edad Media la movilidad de las personas fue muy intensa, por razones diversas. Frecuentemente la gente se alojaba en hostales, abundantes en todas las ciudades y también en el mundo rural, donde podían descansar, alimentarse y recibir atención médica para ellos y para sus caballerías. Dichos hostales fueron ámbitos propicios para la intervención de barberos y cirujanos, pues en ellos se producían muchas trifulcas con heridos.
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