A través del análisis de diferentes prácticas de reactivación de espacios tanto privados como públicos en la ciudad de Valencia, la autora propone una vinculación directa entre los procesos colectivos de autoconstrucción de espacios y la constitución de comunidades efímeras que provocan un cambio político. Dichas comunidades se instituyen en sujeto político de derecho que gobierna su propio territorio mediante la autogestión y la autonomía, dotándose de las normas necesarias para hacerlo. Este proceso de auto-organización presupone la producción constante de lazo social en sí, además de conllevar una capilarización local transformadora.
La articulación de proyectos colaborativos con una gran multidisciplinariedad, como en encuentros en donde arquitectos, sociólogos, filósofos, teóricos del arte y productores artísticos junto con ciudadanos, crean estructuras de participación compartidas, permite que estas sinergias dejen una huella real en el territorio. De este modo, los agentes de procesos de dinamización territorial pueden legitimarse a sí mismos cara a la Administración y a los ciudadanos, constituyéndose en interlocutores válidos con la capacidad de orientar determinadas transformaciones urbanas que suceden en su territorio.
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