Al comienzo del segundo tratado de la Genealogía de la moral, Nietzsche introdujo una reflexión a propósito de la relación entre humanidad y promesa. La posibilidad de una filosofía no metafísica quedó entonces vinculada a una relectura del significado de la promesa una vez ha muerto Dios. En este artículo esbozamos la propuesta de Jacques Derrida, poniendo especial énfasis en su crítica a las teorías de los actos de habla a partir del concepto de «contexto». A través de un recorrido que transita desde la afirmación aparentemente inocente: «el hombre promete», hasta las condiciones de posibilidad e im-posibilidad de esa capacidad que tenemos los hablantes, la propuesta de Derrida obrará un giro en la concepción de la promesa como siendo la palabra del otro en mí, abriendo así una discusión a propósito de lo hiperbólico de toda ética.
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