Badajoz, España
Las representaciones cinematográficas de identidades en la cultura popular nunca han sido arbitrarias; funcionan negociando significados políticos con sus públicos. Las imágenes de los medios pueden ayudar a emancipar o limitar el potencial de los representados. Partiendo de que la masculinidad blanca siempre ha sido un significante flotante listo para ser rearticulado, la parodia contribuye como estrategia popular para resignificar el género en las narrativas fílmicas. La película Sueños de un seductor (1972), con guión e interpretación de Woody Allen, muestra un ejemplo de cómo una parodia de una obra clásica como Casablanca (1941) reevalúa la masculinidad tras la aparición del movimiento feminista, la campaña por los derechos civiles y Mayo del 68. A través de un Análisis de Contenido comparado, se examina en qué medida esta reconstrucción de la identidad masculina propuso un estatus de igualdad con la mujer. Los resultados indican que, por un lado, la parodia del personaje arquetípico de Bogart puede decodificarse de manera ambivalente, como condena u homenaje a la masculinidad estereotípica. Por otro lado, el personaje interpretado por Allen sigue siendo un hombre tradicional en cuanto requiere de una mujer para sentirse completamente masculino. Algunos aspectos de la película señalan también la llamada "herida masculina blanca”. Este discurso culpa a las mujeres y las personas de color por la pérdida de la hegemonía masculina. Independientemente de esto, la película interpela con éxito a la primera generación socializada con los medios electrónicos. hegemonía masculina. Independientemente de esto, la película interpela con éxito a la primera generación socializada con los medios electrónicos.
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