El patrimonio cultural se ha posicionado, en las últimas décadas, como una alternativa al tradicionalmentedenominado “Turismo de Sol y Playa”, pero esta irrupción en el panorama turístico de los elementosintegrantes del patrimonio histórico y monumental también ha generado nuevos retos: la preservación delos monumentos, la sostenibilidad en su gestión y la dinamización de los mismos adaptándolos a las nuevastecnologías.En ese sentido, nuestra comunicación pone como ejemplo al Castillo de Cullera, que se presenta como unaespecie de “banco de pruebas” y análisis de la problemática que genera la turistificación de los recursospatrimoniales y las consecuencias derivadas de esta praxis. Finalmente se proponen fórmulas e ideas queaúnen el disfrute del patrimonio con su conservación y, a la vez, sirvan como motor económico.
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