En el contexto de las nuevas crisis que ha traído la presente década (como la COVID-19 y la guerra en Ucrania), desde la UE ha quedado patente la necesidad de imprimir una nueva velocidad a determinados procesos de toma de decisiones, los cuales le permitan jugar un papel geopolítico en la esfera internacional y que vayan más allá de la tradicional aproximación europea de poder blando como herramienta de influencia. Para ello, es imprescindible avanzar hacia mayores capacidades geopolíticas que posibiliten una verdadera autonomía estratégica en ámbitos como la seguridad y la defensa, ya que los nuevos retos deben enfrentarse con distintas estrategias e instrumentos. Al respecto, este artículo analiza el funcionamiento, la potencial institucionalización y las capacidades de la Comunidad Política Europea (CPE) como organización impulsora de la Europa geopolítica.
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