En este ensayo me propongo mostrar que el grave problema que se le plantea a Wittgenstein hacia el final del Tractatus, a saber, que sus proposiciones son simultáneamente elucidatorias y sinsentidos, en el fondo brota de una cierta incomprensión por parte del autor y en el que el Wittgenstein de la madurez ciertamente no incurre. Me refiero a que en el Tractatus Wittgenstein considera a la lógica como lo más universal (es la lógica del mundo y la lógica del lenguaje), cuando lo que emerge de sus disquisiciones es más bien que lo más universal no es la lógica sino el lenguaje. Esto nos da la clave para entender la paradoja del Tractatus. Por otra parte, discuto la distinción, trazada originalmente por J. van Heijenoort, entre la lógica como cálculo y la lógica como lenguaje, tratando de hacer ver que en realidad es una distinción espuria. Examino, asimismo, el peculiar universalismo de Bertrand Russell, el cual concierne a la lógica mas no al lenguaje, y muestro cómo éste parece no haber percibido el problema del que Frege y Wittgenstein sí intentaron dar cuenta, esto es, la imposibilidad de enunciar por medio del lenguaje los propios rasgos lógicos de este último. Finalmente, examino la posición del Wittgenstein maduro que es universalista respecto al lenguaje, pero también relativista. Argumento que lo que Wittgenstein abandona de su primera posición es ante todo su absolutismo, dado que él se fue inclinando cada vez más hacia la idea de que la lógica no es otra cosa que “un montón de cálculos”. La tesis principal de mi trabajo es hacer que la paradoja del Tractatus no se reproduce en el contexto de la filosofía del segundo Wittgenstein.
My aim in this essay is to show that the grave problem that arises for Wittgenstein at the end of the Tractatus, namely, that his propositions are simultaneously both elucidatory and nonsensical, as a matter of fact arises out of a certain misunderstanding on the author’s part, a confusion that the later Wittgenstein easily avoids. I have in mind the fact that in the Tractatus Wittgenstein sees logic as what is most universal (logic is always the logic of the world and the logic of language), whereas what as a matter of fact emerges from his discussion is that it is language that is the most universal “thing.” This gives us the clue to understand the paradox of the Tractatus. On the other hand, I discuss the distinction, originally drawn by J. van Heijenoort, between logic as calculus and logic as language, trying to show that in the last analysis it is a spurious one. I also examine Bertrand Russell’s peculiar universalism, which concerns logic but not language, emphasizing that he doesn’t seem to have been aware of the problem Frege and Wittgenstein did perceive, i.e., the impossibility of stating by means of language the latter’s logical features. Finally, I review the later Wittgenstein’s stance which is still universalistic concerning language but also relativistic. I argue that what Wittgenstein abandons is the absolutism of his first point of view, leaning towards the idea that logic is nothing else than “a bunch of calculi.” The main thesis of the essay is that the Tractatus’s paradox simply cannot reappear again within the context of the later Wittgenstein’s philosophy.
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