La UE ha emprendido un camino hacia la militarización cuyas causas no son las aparentes y cuyas consecuencias en el medio y largo plazo no serán la creación de un espacio de paz en el continente europeo. La guerra en Ucrania ha acelerado la militarización de la propia UE y sus Estados miembro, de tal modo que en tan solo dos años, el horizonte abierto por inéditos aumentos presupuestarios en defensa de Alemania y los países del Este del continente, la entrada en la OTAN de Finlandia y Suecia, la revitalización de la organización del Atlántico Norte en un contexto bélico generalizado que ha recuperado su razón de ser contra el enemigo de siempre, han llevado a la fase de mayor rearme de la historia reciente del continente.
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