La “transición energética” es un empeño que comparten los actores políticos institucionales y sectores políticos muy mayoritarios de la ciudadanía, dado el fin de los combustibles fósiles baratos y las evidencias crecientes de la crisis climática causada por la quema masiva de estos desde la revolución industrial. Pero los actores institucionales, acogidos al consenso del llamado “Pacto Verde”, no están llevando a cabo un reemplazo de fuentes fósiles, sino que amparan la continuidad de su consumo intensivo, que continúa incrementándose, con el complemento de la energía eólica y solar. No tiene lugar por tanto una transición, sino una expansión energética. No asistimos a un cuestionamiento ni, aún menos, a una corrección del “modo de vida imperial”, sostenido en muy altos niveles de consumo de energía y materiales. Más aun, permanece intocada la máxima industrialista de que más consumo de energía conlleva, por sí misma, mayor bienestar.
Tal “transición energética” está teniendo implicaciones sociales y territoriales preocupantes, como el aumento de la extracción minera y su justificación, especialmente en áreas del Sur Global (extractivismo) y el consecuente ahondamiento de la condición de “tierra de sacrificio” de viejos territorios colonizados, a los que están sumándose nuevas áreas, que son alcanzadas por la extensión de las fronteras de la extracción y de los sumideros de los crecientes desechos industriales. En nuestro texto proponemos algunas claves críticas de esta estrategia de “transición”, que son el marco para el estudio de casos que abordan los artículos del monográfico.
As a result of the depletion of cheap fossil fuels and increasing evidence of the climate crisis caused by the large-scale burning of these energy sources since the Industrial Revolution, the ‘energy transition’ is a joint undertaking involving both institutional political stakeholders and predominant political groups within the general population. However, despite being signatories to the broad consensus known as the ‘Green Deal’, institutional stakeholders are failing to actually replace fossil fuels, preferring instead to advocate their ongoing intensive consumption – a consumption that continues to increase, with the complementary presence of wind and solar energy. As a result, what we are witnessing is not an energy transition, but rather an energy expansion. No one is questioning (and much less attempting to correct) our ‘imperial lifestyle’, which is based on extremely high energy and material consumption levels. Moreover, the industrialist maxim that more energy consumption automatically leads to greater wellbeing remains intact.This ‘energy transition’ has alarming social and territorial implications, such as an increase in mining activities and their justification, particularly in certain regions of the Global South (extractivism), and the consequent consolidation of the attitude that views former colonies (as well as other regions that are slowly being encroached on as the boundaries of the mining grounds themselves and the sinkholes of waste that they generate spread ever wider) as areas to be sacrificed. In our text, we offer a critique of this so-called ‘transition’ strategy, touching upon key points that form the framework of the case study upon which this monograph focuses.
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