La violencia terrorista ha venido a sumarse a la terrible espiral de tragedia que tiñe de luto y sangre la operación "Manos Limpias" iniciada por la Magistratura italiana hace 18 meses contra los responsables directos e indirectos de más de treinta años de corrupción política. La lista de los cadáveres de Tangentópolis ha llegado ya a catorce. De ellos, doce son por suicidio y dos por infarto. El escándalo de las comisiones ilícitas y de los balances trucados de las empresas para esconder esos "agujeros negros", destinados a saciar la sed inagotable de la partitocracia, es ya un drama mortalmente serio. Y las perspectivas de esta revolución guiada por la mano nada suave del poder judicial, que marca la transición de la Primera a la Segunda República italiana, son escalofriantes si consideramos que los expedientes en marcha se refieren a 2.600 personas, entre políticos, industriales y altos funcionarios.
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