En este artículo se analizan tres aspectos de la política religiosa del primer califa omeya de al-Andalus: en primer lugar, la represión contra los batiníes que formó parte de la política califal anti-ismá'ilí y una de sus posibles consecuencias (el escaso número de qussás); en segundo lugar, los márgenes por los que se encauzó el pluralismo religioso sunní; en tercer lugar, hasta qué punto los ulemas estuvieron dispuestos a admitir la descalificación de los 'alíes y fatimíes por parte de los omeyas. El análisis de estas tendencias tiene como marco principal de referencia las relaciones establecidas entre el califa y los ulemas andalusíes.
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