La creencia homérica en la inanidad de la vida de las almas en el Hades choca frontalmente con la doctrina de los misterios, según la cual las almas de los iniciados, por el solo hecho de serlo, gozan de una bienaventuranza eterna tras la muerte terrenal. Esto pone en desventaja al guerrero frente al iniciando, por lo que no es raro que en los poemas homéricos pueda detectarse una crítica a los misterios, alusiva pero patente (1). Así se explica el ninguneo de los patronos de misterios, Orfeo, Deméter y Dioniso (2). Otro método de oposición es la ridiculización de Dioniso y su culto (3). Por último, la catábasis para traer al mundo de los vivos a un ser querido, característica de los fundadores de misterios, se invierte trágicamente en el canto XXIV de la Ilíada (4).
The Homeric belief in the inanity of the life of the souls in Hades clashes head-on with the doctrine of the mysteries, according to which the souls of the initiates, by the mere fact of being so, enjoy eternal bliss after earthly death. This puts the warrior at a disadvantage compared to the initiate, so it is not unusual that in the Homeric poems a criticism of the mysteries can be detected, allusive but patent (1). This explains the disregard of the patrons of the mysteries, Orpheus, Demeter and Dionysus (2). Another method of opposition is the ridicule of Dionysus and his cult (3). Finally, the catabasis to bring a loved one to the world of the living, characteristic of the founders of mysteries, is tragically inverted in canto XXIV of the Iliad (4).
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