No es solícito un análisis en profundidad de las causas del derrumbamiento de la SFRJ y sus ulteriores conflictos para sentenciar que el reiterado recurso a la causalidad étnica como único pretexto, motor y finalidad de los procesos de disolución del estado balcánico es epidérmico, efectista y adulterado. A pesar de estas consideraciones avant la lettre, es necesario aducir que este peculiar momento histórico que enmarcó al marasmo yugoslavo, propició la gestación de unos discursos explicativos, a saber, mediáticos o de raíz academicista, que fluctuaron entre tendenciosos análisis y reduccionismos de amarillismo al uso. Si la progresiva disolución del país balcánico fue catalizada bajo estos parámetros, la crónica e interpretación de los conflictos resultantes, tomando como paradigma la guerra de Bosnia, llegó al paroxismo. La violenta implosión yugoslava alimentaba una historiografía, básicamente de rúbrica germánica, que postulaba el gran error histórico que había representado la creación de Yugoslavia en 1919, y que a pesar de honrosas excepciones, resultaba ser rehén del tempo que la simultaneidad y la inmediatez del acontecimiento provocaba en la alteración del análisis riguroso y académico.
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