Los mercados de suelo y vivienda son mercados teóricamente libres (salvo, en parte, en las viviendas de promoción pública), pero en la práctica son un monopolio en el suelo urbano representativo (muy pocos solares, edificios o viviendas exclusivas), que tiene la capacidad de expandir los incrementos de precios debido a su absoluto dominio de la escasa oferta disponible. En el resto de ámbitos urbanos y periurbanos la oferta de vivienda nueva funciona en régimen de oligopolio o de competencia imperfecta, con sólo un mercado de segunda mano mucho más cercano a un mercado no controlado, pero muy directamente incluido en sus ofertas por los precios de referencia establecidos en los mercados de vivienda nueva, basados en expectativas especulativas.
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