En este articulo se pone de relieve el importante papel desempeñado por los mercaderes conversos lusos en el comercio ilegal que se desarrolló como consecuencia de la política de bloqueos comerciales desarrollada por la Monarquía Católica, inicialmente contra las Provincias unidas y, más tarde, sobre Francia y Portugal. Las casas de negocios portuguesas aprovecharon la ruptura de la tregua con Holanda, en 1621, para convertirse en el cauce adecuado para el desarrollo de un importante contrabando al contar con una sólida red comercial situada en los puntos clave de las rutas comerciales, de Ámsterdam a Madrid, y con el control de algunas de las aduanas más importantes. El análisis de las rutas, de las personas implicadas y de los métodos para desarrollar este comercio fraudulento en diversos momentos arroja más luz sobre el papel de los conversos portugueses. Los intentos de la Corona por yugular este trafico se vieron saldados con el fracaso por la venalidad de los oficiales reales, la predisposición a perdonar a los contrabandistas a cambio de jugosos donativos y a la gran demanda de los productos importados del norte de Europa. La concesión de licencias para importar productos de potencias enemigas, y los subsiguientes abusos, supuso un cierto reconocimiento de este fracaso. La participación en este contrabando fue básica para el enriquecimiento de las casas de negocios de los conversos procedentes del nordeste luso quienes pronto pasaron a integrarse en el negocio de los arrendamientos de rentas reales. Sin embargo, estas actividades generaron una intensa corriente de opinión que culpó a los negociantes conversos lusos de «sacar la sustancia al reino» en beneficio de sus enemigos.
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