Así es la vida, no siempre uno sale de rositas. A pesar de que, acostumbrados a cometer impunemente cualquier barrabasada, algunos puedan creer que estas son las reglas del juego. Pues no.
Escribo esto imbuida del pasmo continuado con que voy conociendo los detalles del juicio que se está celebrando en Avignon por la violación organizada y sistemática de Gisele Dignidad (en un acto de justicia, le he cambiado el apellido). Un juicio que nos muestra la profunda maldad del pacto patriarcal.
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