Carlos Ynduráin Pardo de Santayana
La interpretación del valor cuantitativo de los adjetivos relacionados con propiedades que pueden darse en un mayor o menor grado (adjetivos cuantitativamente subsectivos) implica, en principio, los siguientes dos procesos inferenciales: 1) determinar cuál es la categoría respecto a la que se debe poner en relación la entidad de la que se predica una propiedad (esto es, establecer cuál es su clase de comparación) y 2) localizar el prototipo de esa clase para que actúe como referente. Así, en El niño es alto, debe deducirse respecto a qué clase de cosas es el niño en cuestión alto (¿los otros niños?, ¿la gente en general?) y emplear el prototipo de la categoría adecuada como referencia respecto a la que establecer qué entidades pertenecen a los subgrupos de altos, medianos o bajos. En español, sin embargo, cuando los adjetivos cuantitativamente subsectivos se relacionan con el verbo estar (estar alto, estar guapo…) las propiedades de la clase de comparación y de aquello que actúa como referente presentan unas características muy especiales. En este artículo describiremos cómo el verbo estar selecciona, a partir de la búsqueda de la interpretación más relevante, una clase de comparación constituida por las distintas manifestaciones a lo largo del tiempo de la propia entidad a la que se atribuye una propiedad. Explicaremos, además, que la identificación de un prototipo deberá remplazarse por la selección de otros elementos ‘centrales’ que permitan la subdivisión de dicha clase.
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