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Por qué delinquen las mujeres? parte II. Vertientes analíticas desde una perspectiva de género

  • Autores: Martha Romero Mendoza
  • Localización: Salud mental, ISSN 0185-3325, Vol. 26, Nº. 1, 2003, págs. 32-41
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • español

      El problema de la mujer delincuente dentro del campo de la criminología se ha vuelto cada vez más evidente. Sin embargo, las teorías tradicionales sobre las causas de la delincuencia se han desarrollado básicamente a partir de la experiencia masculina. Estos hallazgos dan poca cuenta de los aspectos tan peculiares que se aprecian en la experiencia y delincuencia femeninas.

      Los estudios con perspectiva de género han hecho importantes contribuciones en el plano epistemológico de la criminología, en la medida en que han facilitado la redefinición de conceptos al cuestionarlos y al enriquecer los paradigmas de ésta. En la década de mil novecientos ochenta surgieron una serie de trabajos con perspectiva de género. De acuerdo con West y Zimmerman (1987) género es ¿el modo de proceder de acuerdo con conductas establecidas a la luz de concepciones normativas, actitudes y actividades adecuadas a la propia categoría de sexo. Las actividades de género emergen del sexo y definen la pertenencia a la categoría sexo...por lo tanto el género no es un conjunto de rasgos, ni una variable, ni un rol sino el producto del hacer social de cierto tipo, que se construye a través de la interacción¿. Una organización genérica es aquélla en la que el control, la identidad, el significado de las acciones, las emociones y las ventajas tienen patrones que hacen la distinción entre hombres y mujeres (masculino y femenino).

      Los conceptos de sexismo y poder patriarcal son inherentes al género. Lo patriarcal y sus privilegios permanecen como parte de la cultura y por ende permean tanto la criminología, como los procesos criminales y de criminalización y la forma en que hombres y mujeres se enfrentan a la ley.

      En este trabajo se describe y analiza desde la perspectiva de género la criminalidad femenina, tomando en consideración para ello cuatro ejes analíticos: poder, controles, violencia y equidad.

      El poder, de acuerdo con López-Rey (1983), es la capacidad, habilidad, energía o fuerza para hacer o no hacer, para provocar o prevenir algo que se estima beneficioso o no. Favorecen su acción elementos como la corrupción, la ideología y la insatisfacción ante determinadas circunstancias o situaciones que afectan a clases o a grupos diversos. El poder así considerado puede ser político, ideológico, económico, científico o de cualquier otra índole y controla a más de la mitad de la población: mujeres, niños y ancianos.

      El poder se ejerce por medio del segundo eje, que es el control social, con dos modalidades: los controles informales (educativos-persuasivos) y los formales (represivos). Entre los informales los más significativos para las mujeres, porque resultan ser más severos y efectivos, son la reputación, el control del cuerpo, la restricción del espacio y de determinadas actividades, que permiten definirlas como mujeres buenas o malas.

      Las mujeres que desobedecen, que se fugan de casa, que son sexualmente activas o que han quedado embarazadas en contra de los deseos del marido o del padre, y las madres ¿inadecuadas¿, son más vulnerables a sufrir los controles formales que ejerce el Estado a través del castigo o la etiquetación psiquiátrica. Es decir tienen más probabilidades de ser encarceladas o segregadas, o de que se les controle formalmente.

      Una forma de ejercer el control sobre las mujeres es por el miedo, sentimiento instalado en sus vidas por el ejercicio de la violencia, la que constituye el tercer eje analítico. Las mujeres que han sufrido violencia, independientemente de si ésta se dio en la niñez o en la etapa adulta, tienen mayores riesgos de padecer depresión y ansiedad, estrés, dolor y fobias. Asimismo, son más propensas al abuso de sustancias y a desarrollar conductas negativas con respecto a su salud (Campbell, Kub y Rose, 1996; Galbraith y Rubinstein, 1996; Romero y cols, 2001; Staton, Leukefely y Logan, 2001).

      El abuso físico y sexual incrementa el riesgo de que se arreste a las mujeres por actos violentos. Además, se pueden presentar mecanismos de ¿desviación¿ como huir del hogar, déficits en la habilidad cognoscitiva y el aprovechamiento, involucramiento con parejas delincuentes y fallas en el aprendizaje de las habilidades psicológicas necesarias para un desarrollo adulto exitoso (Widom, 2000).

      Finalmente, desde el punto de vista del análisis de género, todo aquello que en el sistema económico y social impida o retrase sistemáticamente el acceso de hombres o de mujeres a algún derecho universal, constituye una inequidad de género. Las mujeres que delinquen no sólo dejan de ejercer actividades y de disfrutar de bienes a los que tienen derecho, sino que se ven excluidas de la mayoría de las posibilidades de obtenerlos, es decir, viven en exclusión social.

      Por lo tanto, dadas las condiciones de desigualdad social que prevalecen para la mujer que delinque, si el sistema de impartición de justicia no las toma en cuenta, terminará por imponerse una justicia parcial. Mientras se apliquen sanciones análogas a condiciones que no son iguales, lo que se va a producir es una situación de desigualdad real y profunda.

      Para llegar, entonces, a una adecuada prevención de la delincuencia femenina es necesario considerar varios factores desde una perspectiva de género: 1) La promoción de la seguridad física y de un desarrollo saludable, con el objeto de disminuir la pobreza, la violencia, la deficiente atención a la salud y el abuso de sustancias. 2) La validación de los afectos y del respeto, y la promoción de un ambiente emocional saludable a fin de evitar la trasgresión forzada. 3) El desarrollo de modelos de rol femeninos que sean diversos, a fin de evitar mensajes racistas y sexistas. 4) El respeto a la libertad sexual y a la salud reproductiva de las mujeres, para evitar el abuso sexual, la explotación y las imágenes y valoración femeninas basados en la ¿reputación¿ y el control del cuerpo y 5) El establecimiento del ejercicio pleno del derecho a la igualdad en el trabajo, a un nivel de vida adecuado, a la seguridad social -salud, vivienda, educación y cultura- a fin de evitar la exclusión.

    • English

      The problem of women who break the law, has become each time more evident. However, traditional theories related to the reasons that lead to delinquency have been basically developed, considering mainly male experience. These findings give little consideration to the features of the women’s experience and delinquency. Research done within a gender perspective has made important contributions to the epistemological level of criminology, as far as it has facilitated to redefine concepts while questioning them, and enriching paradigms. In the 1980’s, a series of works with gender perspective emerged. Gender, according to West and Zimmerman (1987) is “the activity of managing situated conduct in light of normative conceptions of attitudes and activities appropriate for one’s sex category…therefore gender is not a set of traits, or a variable, not a role, but the product of social doing of some sort as constituted through interactions”. A generic organization is one in which control, identity, meaning of actions, emotions and advantage has patterns that differentiate between man and woman (masculine and feminine). Inherent to gender are the concepts of sexism and patriarchal power. Patriarchy and its privileges stand as a part of culture, therefore they are present in criminology, criminal and criminalization processes and in the way in which man and women cope with the law. In this work women criminality is described and analyzed from a gender perspective, taking in consideration four analytical axiss: power, controls, violence and equity. Power, according to López-Rey (1983) is the capacity, ability, energy or force for doing or not doing, provoke or prevent something that is meant to be beneficial or not. Elements that favor its action are corruption, ideology, insatisfaction over some circumstances or situations that affect some different groups. Power understood in this way can be political, ideological, economical, scientific or of other condition. Power has control over more than half of the population: women, children and elder people. Power is executed through the second axis, that is social control with two modalities: informal controls (persuasive-educative) and formal (repressive). Among them, the informal ones are more significative for women because they are severe and effective in conytollig reputation, body, space and activities' restriction, in order to define women as either good or bad. Women who disobey, run away from home, are sexually active or have become pregnant against their father or husband’s desires, and also “inadequate” mothers, are more vulnerable to the formal controls that the State executes through punishment or psychiatric labelling. This means that imprisonement or segregation are formally controlled. One way to control women’s lives is through fear, by means of violence. This procedure becomes the third axis. Women who have suffered violence no matter if this experience was in the childhood or in their adult life, have more risks of suffering from depression, anxiety, stress, pain, phobias, substance abuse and negative behavior in relation with their health (Campbell, Kub y Rose, 1996; Galbraith y Rubinstein 1996; Romero y cols, 2001; Staton, Leukefely y Logan, 2001). Sexual and physical abuse increase for women the risk of being arrested for violent behaviors as well as some other “deviation” mechanisms like run away from home, cognitive ability deficit, involving with delinquent partners and failure in learning psychological abilities to attain a successful adult development (Widom, 2000). Finally, from a gender perspective, anything within the social and economical system that systematically doesn’t allow or delays the access of men or women to universal rights, constitutes a gender inequity. Delinquent women not only do not exercise activities or profit from goods that they deserve, but are also excluded from most possibilities of attaining them, that is to say, they live in social exclusion. Therefore, if the social unequal conditions that prevail for women who break the law, are not taken into consideration by the law, at the end, a partial justice will be imposed. While equal sanctions be applied to conditions that are not the same, the result will be a real and deep inequality. In order to attain an adequate prevention of feminine delinquency, it is necessary to consider, from a gender perspective: 1) Physical security and healthy development oriented towards diminishing poverty, violence, inadequate health care and substance abuse; 2) validation of affections, respect and a healthy emotional environment, in order to avoid imposed transgressions; 3) development of diverse feminine role models in order to avoid racism and sexism; 4) sexual and reproductive health freedom for women, in order to avoid sexual abuse, exploitation and images or feminine values imposed through “reputation” and body control and 5) possibility of exercising the right to work, to have an adequate life level, to enjoy social security, good health, household, education and culture in order to prevent exclusion


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