Lleva tres días en el cargo, y apenas se ha sentado en el sillón de su despacho, en una residencia que fue embajada del Japón. Miguel Soláns Soteras -dos apellidos aragoneses- tiene instinto para la comunicación. En la transición política, cuando trabajaba en Barcelona como abogado mercantilista que todavía no había ingresado en el PSC, era amigo de las gentes del periódico Tele/Express. En Madrid, tras siete años de delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, se mueve con gran habilidad entre los periodistas...
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