Miguel Boyer está furioso. Furioso con los comentarios que durante la última semana se han vertido en los medios de comunicación acerca de su fastuosa mansión. Y furioso con la reacción popular, alentada a su juicio por "determinada" prensa escrita y algunas emisoras de radio. Así lo ha declarado a sus íntimos. No entiende a qué viene tanto alboroto. La insistencia de las revistas del corazón para fotografiar su nueva casa se hacía insoportable y tanto Isabel como él decidieron acabar con el asunto de una vez por todas... Esta es, al menos, la descafeinada versión que el ex ministro de Hacienda susurra estos días al oído de los pocos amigos que todavía le quedan.
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