La relación de Deleuze con Gueroult es paradójica. Desde un punto de vista estrictamente filosófico, Gueroult profesaba un racionalismo que poco tenía que envidiar al de Alquié o al de Hyppolite, el cual Deleuze no dejará de criticar severamente. Ahora bien, Deleuze no solo no critica las posiciones de Gueroult, sino que las adopta continuamente. ¿Cómo puede explicarse esto? La razón nos parece ser la siguiente: Gueroult jamás dejó de apoyar y sostener la exigencia de un “orden sintético” o de un “dinamismo genético” en la filosofía. Antes de ser un método para el historiador de la filosofía, esta exigencia expresa una cierta concepción de la filosofía, de donde derivan tanto una práctica como una filosofía de la historia de la filosofía. Si Deleuze retoma por su cuenta las posiciones de Gueroult, es precisamente porque su propio trabajo filosófico no dejará de alimentarse de esta exigencia de Gueroult, así como de la concepción de la filosofía que este expresa. En la obra de Deleuze, esta exigencia hizo posible incluso un gesto decisivo, más allá de la ambición de Gueroult:
la crítica del racionalismo en nombre del empirismo trascendental. Con Gueroult, y más allá de Gueroult, el discípulo se convierte en creador.
Quizás haya que entender en este sentido la siguiente afirmación de Olivier Revault d’Allonnes: “Siempre he considerado a Gilles [Deleuze] como un gran alumno de Gueroult”
Deleuze’s relationship with Gueroult is paradoxical. On a strictly philosophical level, Gueroult adhered to a rationalism that was not dissimilar to that of Alquié or Hyppolite, which Deleuze criticized severely. But Deleuze did not criticize Gueroult’s positions, instead frequently adopting them himself. How can this be explained? The reason seems to be the following: Gueroult constantly sought a “synthetic order” or a “genetic dynamism” in philosophy; yet, before it served as the basis of the thinker’s method, this aim expressed a certain conception of philosophy, from which both his practice and history of philosophy derived; and if Deleuze took up Gueroult’s positions, it is because Gueroult’s aim, and the conception of philosophy it involved, never ceased to influence his own philosophical work. In Deleuze’s work, this desire even made it possible to take a decisive position—that is, the critique of rationalism in the name of transcendental empiricism—, surpassing Gueroult’s intention. The disciple became a creator, both with and beyond Gueroult. It is perhaps in this sense that Olivier Revault d’Allonnes’s statement can be understood: “I have always found that Gilles [Deleuze] was a great disciple of Gueroult.”
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