Leer es pensar. Pensar es comprometerse. Un compromiso que no atiende a tiempo ni a espacio. "Navegar por la realidad y la crítica, implica el uso de la palabra"1. Y la palabra, muchas veces manchada de sangre, muchas veces tergiversada o quizás idealizada, es el instrumento por excelencia del que se vale la literatura. ¿Qué es literatura? Literatura es más que letras, no todo texto escrito es literatura2. ¿Cuántas veces la literatura ha caminado en brazos del dolor y la injusticia humana? ¿Cuántas veces la literatura nos ha conducido por las alamedas del sueño y la utopía? Un sin número de veces o tal vez nunca. Hablar. Escribir. Son dos acciones conjuntas, aunque se realizen a través de la distancia, el silencio o el exilio. Y si de literatura y política hablamos, no podemos pasar por alto la trayectoria de la literatura puertorriqueña y neorriqueña, ya que ambas tienen dos puntos de conexión: la defensa de una identidad nacional propia y la definición política. Dos reflexiones profundas sobre el sentido y la realidad puertorriqueña dentro del contexto internacional. En este orden de ideas, es preciso señalar que los escritores puertorriqueños y neorriqueños plasman sus memorias personales, que aunque están enfocadas desde un punto de vista nacionalista, prtenden un fin común: rescatar la memoria colectiva de una nación que les dio el ser. Si bien es cierto que el tema de la identidad nacional ha acompañado a los escritres puertorriqueños y neorriqueños a lo largo de su niñez, también es cierto que al crecer, éstos se han convertido en auto - testigos de su país, y no sólo han emprendido la ardua tarea de rescatar de su memoria alguna lejana visión, visión que aunque nos parezca utópica, servirá de modelo para mejorar la realidad. Ésto es, a mi modo de ver, el objetivo principal de estos escritores. Por otra parte, cabe destacar que la obra literaria contemporánea neorriqueña ofrece una definición un tanto diferente de la identidad puertorriqueña que los textos de los escritores que les precedieron. Actualmente, existe una notable producción de libros en Puerto Rico, aunque tenemos que reconocer que hay pocas vías para promocionar éstos en el extranjero. Según nos señala José Luis Vega, un notable crítico puertorriqueño, el oficio literario puertorriqueño se distingue por tres carencias crónicas que afectan el desarrollo, y por consiguiente, la producción de una variada muestra de textos literarios: la ausencia de talleres literarios, así como la convocación de certámenes literarios y la falta de un buen suplemento literario. Vega considera que Puerto Rico tiene un papel protagónico y una posición privilegiada de cara a las relaciones de Hispanoamérica y los Estados Unidos de Norteamérica. Dicho esto, convendrá no pasar por alto comprender que la labor del escritor puertorriqueño que debe ejercer en dos acciones básicas: informar o transmitir hechos vitales e importantes que se están discutiendo en el País. Y es quizás el momento preciso para que la cultura puertorriqueña deje de ser lo que ha sido siempre, una cultura defensiva, "custodiando un patrimonio que se pude ir por la borda y empiece a ser una cultura ofensiva"3. No obstante, a pesar de esta panorámica literaria un gremio literario de escritores puertorriqueños contemporáneos, como por ejemplo: Ana Lydia Vega, Magali García Ramis, Olga Nolla, Mayra Montero y Esmeralda Santiago se acercan a la realidad puertorriqueña con ojos optimistas, en lugar de ver la isla como un lugar profundamente dividido en castas culturales y económicas
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