Tras el plebiscito de 1988, las diversas fuerzas políticas de la derecha trataban de ubicarse de cara a las elecciones presidenciales y parlamentarias que debían celebrarse en diciembre de 1989. De forma paralela a este proceso, la derecha, junto con el Gobierno Militar, se vió forzada a entenderse con las fuerzas opositoras del centro-izquierda en relación con una serie de demandas relacionadas con la reforma constitucional, en cuyo logro jugaron un papel determinante tanto la actitud del Ministro del Interior, Carlos Cáceres, como la postura tomada por Renovación Nacional (RN). Se lograron un total de 54 reformas constitucionales, entre ellas la eliminación del art. 8º que impedía la legalización del Partido Comunista y de fuerzas afines. Las reformas fueron sometidas a un referéndum popular, siendo aprobadas con un 85,7% de los votos. En este primer paso definitivo hacia la transición democrática ya se culminan las diferencias ideológicas que van a diferenciar en todo este periodo a las dos fuerzas políticas más importantes de la centro-derecha. RN se esfuerza en presentarse como una organización alejada del pasado Gobierno Militar, presentándose de cara al electorado como un partido de centro: liberal en las formas, conservador en las opiniones; reformista en sus proyectos, abierto al diálogo en su política de consensos con las fuerzas de la Concertación y firme partidario de la democracia sin ningún tipo de cortapisas. La Unión Demócrata Independiente (UDI), por su parte, se alzaba como un partido convencido de sus postulados políticos -los cuales no pueden ser negociados-, era el más firme defensor de la herencia del pinochetismo y de la defensa de la legalidad primigenia de la Constitución de 1980 y era contraria a cualquier tipo de modificación sustancial de la misma
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