El 2 de julio del 2000 se realizarán las elecciones que renuevan los poderes ejecutivo y legislativo federal del nuevo milenio en México. En un proceso electoral que se prevé muy disputado a pesar del carácter fuertemente presidencialista del régimen mexicano y de un partido que ha ocupado setenta años el poder, cuya pérdida de apoyo ante el electorado ha permitido el ascenso de dos fuerzas políticas alternantes (PAN, PRD), a las que se enfrentará. No obstante, todavía hasta la última elección de presidente de la república en 1994, se consideraba a México, en círculos internacionales, como un "Sistema de partido hegemónico autoritario en transición"1. En 1994 y 1996 se lograron reformas político electorales que mejoraron la competencia partidaria, sin embargo aun permanecen signos que impiden una contienda competitiva, imparcial y equitativa debido a la relación entre el partido y el estado, particularmente al uso indiscriminado de recursos gubernamentales. Me propongo en este trabajo analizar el escenario multipartidario, previo a los comicios, en relación con las reformas electorales, así como también la situación interna de los partidos que se encuentran en una etapa crucial de su desarrollo, tanto el PAN, el PRI y el PRD, los principales contendientes, se hayan en procesos de ajuste organizativo, lo que implica un distanciamiento de prácticas y actitudes que les han sido características pero que hoy resultan un freno para sobrevivir y adecuarse a las nuevas condiciones de la transición política (Daly, 1991; Nolte, 1995).
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados