El V Congreso del Partido Comunista cubano se desarrolló entre los días 8 y 10 de octubre de 1997 en un ambiente conmemorativo del trigésimo aniversario de la muerte del Che Guevara y sus compañeros guerrilleros. Precisamente ese año, 1997, se dedicaba al recuerdo de este acontecimiento, lo mismo que el Congreso que se celebraba seis años después del anterior. Normalmente el tiempo previsto para la celebración de los Congresos es cada cinco años. A este Congreso asistieron 1.500 delegados que durante tres días escucharon las diversas intervenciones y votaron y aprobaron las resoluciones que les fueron sometidas sobre el Partido Comunista, con el extraño título: "El Partido de la unidad, la democracia y los derechos humanos de defendemos". Otras resoluciones se presentaron sobre los Estatutos del Partido y sobre la situación económica. La celebración de un Congreso es un acontecimiento netamente político, y en este sentido las miras del mundo entero estaban puestas en las posibles reformas que podrían introducirse en el rumbo de la política cubana. El papel hegemónico del Partido Comunista Cubano determina la orientación de la política interior y exterior cubana, así como la actividad económica, social y cultural, de ahí la importancia de las conclusiones. Las circunstancias que rodeaban este Congreso eran favorables para prever algunas reformas en el sector económico y seguramente en la organización política. La industria azucarera, la más importante del país, ha caído a niveles de producción muy bajos, 4.3 millones de toneladas, frente a los 7 ú 8 de la década de los ochenta. Siendo este el renglón más importante de la producción cubana requería un análisis muy profundo de las circunstancias tanto económicas como políticas, objetivas y subjetivas, internas o externas, que han llevada a este fracaso histórico de la producción cubana. La deuda exterior elevada hasta los 10.000 millones de dólares tampoco permitía al país acceder a créditos blandos favorables. A esto se añadían las imposiciones de la ley Helms-Burton, encareciendo los precios y los préstamos. En el ámbito político no era fácil prever modificaciones, ni siquiera por causa de los 71 años de Fidel Castro y las suposiciones de una quebrantada salud. La acumulación de los más importantes cargos de Estado sobre sí, como Secretario General del Comité Central del Partido Comunista, Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, y Comandante en Jefe del Ejército, no era fácil que pudieran sufrir alteraciones. El V Congreso se celebró a pocas fechas de la visita del Papa Juan Pablo II que, necesariamente, iba a determinar un antes y un después de dicha visita pensando en el protagonismo que pueda ejercer una Iglesia jerarquizada que tiene una determinada fuerza en el interior y mucha influencia desde el exterior de la Isla. Habían transcurrido seis años desde el IV Congreso (1991) y en esos años había habido una evolución de las relaciones internacionales donde el sistema comunista de socialismo real había quedado prácticamente desaparecido y los apoyos cubanos en el exterior habían cambiado de signo político. El aislamiento que constataba el IV Congreso había producido sus efectos negativos porque Cuba había tenido que atravesar un quinquenio muy doloroso de escasez y penalidades. A ello había que unir que en el período de seis años se habían tomado algunas medidas consideradas importantes en Cuba, como la Reforma de la Constitución en 1992, la nueva Ley Electoral del mismo año, y la composición de la nueva Asamblea Nacional fruto de las reformas anteriores. En este período, también entre Congresos, se habían sucedido dos acontecimiento que han representado un ataque muy directo a la economía cubana: en 1992 se aprobaba la Ley Torricelli por los Estados Unidos (Cuban Democracy Act) y en 1996 de Ley Helms-Burton (Cuban Liberty and Democratic Solidarity Act). Estas dos leyes han pretendido aplicar restricciones más duras para el establecimiento de relaciones comerciales con Cuba de tal manera que el Gobierno cubano tuviera que verse forzado a realizar los cambios políticos necesarios para equiparar su sistema al modelo deseado por los Estados Unidos
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