Ha vuelto a conmover al mundo con el balón a sus pies. Superada su adicción a las drogas, Diego Armando Maradona ha demostrado que, a los 31 años, tras dieciocho meses sin tocar bola, sigue siendo el mismo, un genio. El secreto de la resurrección se halla en el equipo de profesionales del que ha sabido rodearse, su nuevo clan. El apoderado Marcos Franchi constituye la pieza clave del engranaje. Diego se dispone a comenzar una nueva etapa deportiva, quizá la última, en Sevilla, que ha tenido que rendirse ante el fenómeno con devoción. Como en un gesto de reciprocidad el "Pelusa" ha decidido vivir en la casa de uno de los toreros sevillanos más afamados, Juan Antonio Ruiz, Espartaco.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados