Ana Esther Santamaría Fernández
El bosque de Fontainebleau no es solo un espacio verde, es un lugar de encuentro cultural arraigado en la tradición. La idea que existe en el imaginario colectivo procede, en gran medida, de la labor de los artistas que durante el siglo XIX se establecieron en su territorio. Se plantean aquí un par de cuestiones a través de la revisión crítica de los trabajos más relevantes de las últimas décadas —entre otros, los del historiador del arte V. Pomaréde, de la historiadora Ch. Georgel y del sociólogo B. Kalaora— dedicados a este entorno desde la perspectiva artística. La primera recoge los principales hitos de su artealización y pone en evidencia cómo la mirada de los artistas ha determinado la percepción de este espacio como un museo verde, lo que condujo a la adopción de medidas de protección. La segunda supone una reflexión acerca de si el exceso de codificación de un paisaje incide en la devaluación de la experiencia estética en pro de una mera consumación cultural.
The forest of Fontainebleau is not just a green space; it is a cultural meeting place rooted in tradition. The idea that exists in the collective imagination comes largely from the work of the artists who settled there in the 19th century. A couple of questions are posed here through a critical review of the most relevant works of recent decades — among others, those of the art historian V., the historian Ch. Georgel and the sociologist B. Kalaora — dedicated to this environment from an artistic perspective. The first one covers the main milestones of its artealisation and shows how the artists’ gaze has determined the perception of this space as a green museum, which has led to the adoption of protective measures. The second is a final reflection on whether the excessive codification of a landscape leads to the devaluation of the aesthetic experience in favour of mere cultural consummation.
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