Occidente ve como su superioridad militar, incontestable durante varios siglos, se va deteriorando. Los resultados en conflictos tanto convencionales como irregulares, o incluso en operaciones de paz, han sido decepcionantes en las últimas décadas. La causa no es tanto un debilitamiento de poder económico y geopolítico, como contradicciones mayúsculas a la hora de comprender tanto la guerra como la paz.
Occidente rehúsa formalmente utilizar la guerra, pero a veces tiene que recurrir a ella, de la misma forma que busca la paz, pero no siempre la paz que esperan las poblaciones locales. Eso provoca tanto inseguridades internas como feroces críticas y acusaciones de hipocresía externas. Como siempre, el pragmatismo puede ser de ayuda para superar esta crisis conceptual.
The Western World sees how its military superiority, incontestable for several centuries, is deteriorating. The outcomes in both conventional and irregular conflicts or even in peace operations have been disappointing in recent decades. The cause is not so much a weakening of economic and geopolitical power as major contradictions when it comes to understanding both war and peace. The Western countries formally refuse to use war, but sometimes have to resort to it, just as they seek peace, but not always the peace that local populations expect. This provokes both internal insecurities and fierce external criticism and accusations of hypocrisy. As always, pragmatism can be helpful in overcoming this conceptual crisis.
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