La literatura española del siglo xix revela, década tras década, continuidades derivadas de los impulsos revolucionarios en la política y la estética. Lo fantástico ocupó un lugar fundamental en estas continuidades. Sin embargo, al abogar por el “realismo”, Galdós y Pardo Bazán reescribieron definitivamente la historia de la literatura para sus propios fines, ocluyendo una gran masa de literatura e ideología inventivas del xix, tildada ya de extravagante y carente de serenidad. Esta gran supresión incluyó lo fantástico, junto con un amplio espectro de exploraciones literarias y políticas de la libertad imaginativa al que aquello pertenecía. Aunque se leen demasiado a menudo como relatos cuasi-literales, sus ensayos constituían intervenciones polémicas en prolongados debates sobre la libertad y la creatividad. Su “realismo” aspiraba a encontrar un nuevo equilibrio entre la serenidad y la fantasía –meta que comparte con escritores literarios y políticos de todo el siglo. Puede que generen cierta perplejidad ahora los aspectos aparentemente “no realistas” y fantásticos de la práctica “realista”, ejemplificados en El amigo Manso. Pero, re-situado entre los debates decimonónicos, el “realismo” español es un intento, no de suprimir la fantasía ni lo fantástico, sino de reinventarlos y, de reimaginar así la historia y la sociedad españolas e imperiales.
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