Resumen de El cine como una forma de vida. Conversando con el realizador Rosendo Ruiz
Pedro Alberto Klimovsky, Martín Iparraguirre
Rosendo Ruiz es, probablemente, el director cordobés con mayor proyección de nuestros días, aunque su carrera viene desafiando todos los modelos canónicos. Tras el éxito resonante que significó De Caravana (2011), parecía abrírsele un camino promisorio en el cine industrial de género pero el director de origen sanjuanino apostó entonces por un proyecto en las antípodas de ese modo de producción como fue Tres-D (2014), un filme colectivo y experimental realizado en pleno Festival Internacional de Cine de Cosquín (FICIC) con un pequeño grupo de amigos, que aunó ficción y realismo documental para captar el espíritu lúdico de una práctica comunitaria en torno a la cultura sólo posible en un festival de cine. Su siguiente paso redobló esa apuesta con un filme que radicalizó aún más la apertura a formas alternativas de producción: Todo el tiempo del mundo (2015) fue filmada en el marco de un taller realizativo que Ruiz dictó en la Escuela Dante Alighieri, donde el director compartió su labor a la par de estudiantes, docentes y no docentes en casi todos los rubros (desde la actuación al guión o la producción ejecutiva). Luego trasladó el formato a talleres escuela privados que dictó junto al crítico Alejandro Cozza y la productora Inés Barrionuevo, de donde salió un filme colectivo como El Deportivo (2015) y el próximo año dará otras novedades. De hecho, 2017 será un año importante para Ruiz pues tal vez llegue a estrenar cuatro películas: Maturitá, última producción realizada con el colegio privado que ya está finalizada; más Camping y Luz Belmondo, dos producciones del taller escuela que están en proceso de postproducción; y Casa propia, largo donde el director vuelve al desafío de una producción con formas más industriales. Nunca habrá una mejor oportunidad entonces para repasar la historia y la experiencia de un director que sigue haciendo un camino absolutamente singular.
