Argentina
La primera generación de directores que surgió del Departamento de Cine y Tv de la UNC tras su reapertura post dictadura militar marcó, contra viento y marea, un camino que hoy se muestra más fértil que nunca. Santiago Loza es probablemente el director más significativo de esa generación, además del más reconocido: este año, su film La Paz obtuvo el premio a Mejor Película de la Competencia Argentina del Bafici 2013, cerrando un ciclo que se abrió con su ópera prima, Extraño, que recibió el mismo galardón en el festival porteño en 2003 (también se premiaron allí sus películas Rosa patria –Bafici 09– y Los labios –rodada con Iván Fund, en el Bafici 10, que además recibió el premio a la mejor interpretación de la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, todo un hito para el cine nacional–). Paralelamente, Loza desarrolló también una prolífica actividad como dramaturgo y fue el creador, junto a un grupo de amigos, del Espacio Elefante Teatro Club, verdadero hito de la resistencia cultural argentina de la primera década del siglo que transitamos, donde se siguen presentando obras escritas por él y realizadas y producidas por el grupo.Pero acaso su mayor logro sea haber mantenido siempre un espíritu de incansable búsqueda, riesgo y experimentación, para llegar a articular una poética que traduzca su visión personal del mundo. Esa escritura cinematográfica es la que lo distingue y lo destaca, y sobre ella hablamos en una extensa charla de otoño mantenida durante dos días en el Festival de Cine de Cosquín 2013.
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