En este artículo nos proponemos pensar al cine como un arte cyborg, un punto de encuentro entre arte, ciencia y tecnología. Tomando la perspectiva de las “ontologías abiertas” u ontologías de la monstruosidad de Donna Haraway que son constitutivamente fronterizas y relacionales, buscaremos ver cómo se manifiestan en lo cinematográfico. Desde distintos teóricos del cine se lo plantea como un arte constitutivamente monstruoso: André Bazin nos habla del cine como “arte impuro”, Alain Badiou lo retoma para pensar la operación de síntesis que va de lo impuro, el caos del mundo, a la pureza o síntesis. Edgard Morin resalta capacidad cinematográfica de metamorfosis, y Jean Epstein vincula el cine a la energía diabólica, ya que considera al Diablo como un gran inventor. También el cineasta chileno Raúl Ruíz comparte esta mirada al proponer un cine-chamánico y hechicero, y por último, Jean-Louise Comolli quien hace un elogio del cine-monstruo.
In this article we propose to think of cinema as a cyborg art, a meeting point between art, science and technology. Taking the perspective of Donna Haraway’s “open ontologies” or ontologies of monstrosity, which are constitutively borderline and relational, we will seek to see how they manifest themselves in cinema. Different film theorists consider cinema as a constitutively monstrous art: André Bazin speaks of cinema as “impure art”, Alain Badiou takes it up again to think about the operation of synthesis that goes from the impure, the chaos of the world, to purity or synthesis. Edgard Morin highlights the cinematographic capacity of metamorphosis, and Jean Epstein links cinema to diabolic energy, since he considers the Devil as a great inventor. Chilean filmmaker Raúl Ruíz also shares this view by proposing a cinema-chamanic and sorcerous, and finally, Jean-Louise Comolli, who praises the cinema-monster.
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