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Resumen de El factor emocional de documentar el olvido. Mutilar fotografías, testamentos y cartas de amor como proyecto artístico

Tatiana Abellán Aguilar

  • español

    En los últimos años —incluso décadas—, un gran número de artistas visuales han centrado susproyectos de investigación y creación en la reflexión sobre el pasado, sobre la memoria o sobreel archivo. Este tipo de prácticas ha cristalizado en diferentes categorizaciones tales comoel arte del archivo, el arte de la memoria, las prácticas del recuerdo, las posficción o el nuevodocumental. Buena parte de estas propuestas se podrían recoger bajo el paraguas de lo queBourriaud ha llamado postproducción; un modo de hacer en el que los artistas se comportaríanno como creadores en sí, sino como remezcladores de contenidos pre-existentes a los quese infiere nuevas lecturas.Mi trabajo como artista se centra en la manipulación de fotografías de finales del siglo XIX, asícomo de otros documentos como testamentos ológrafos y cartas de amor, que son alterados,mutilados irreversiblemente. Este proceso, contrario a la lógica archivera, se rige sin embargopor un mismo impulso: el recuperar la memoria, conocer el pasado y poner orden.Mediante la alteración de los vestigios de las vidas de otras personas trato de averiguar cuáles mi tiempo, de quién soy contemporánea, qué es heredado y qué parte puedo decidir yo. Setrata, entonces, de mirar los márgenes, de luchar para que no se pierdan las cosas pequeñas,imperceptibles o anecdóticas, aquellas que no le interesan a la Historia. Mi búsqueda tieneque ver con conocer qué se puede aprender de otras vidas, de otras intimidades, de otrasformas de comunicarse y vivir, al tiempo que construyo mi propia memoria subjetiva.

  • English

    In recent years –even decades– a large number of visual artists have focused their researchand their creation projects on reflection on the past, on memory or on archives. This type ofpractice has crystallized in different categorizations such as the art of the archive, the artof memory, the practices of recollection, posfiction or the new documentary. A good part ofthese proposals could be included under the umbrella of what Bourriaud has called postproduction; a way of doing in which artists would behave not as creators per se, but asremixers of pre-existing content to which new readings are inferred. My work as an artist focuses on the manipulation of photographs from the late nineteenthcentury, as well as other documents such as manuscript wills and love letters, which areirreversibly altered, mutilated. This process, contrary to the archival logic, is governed,however, by the same impulse: to recover memory, to know the past and to put order. By altering the vestiges of other people’s lives I try to find out what my time is, whosecontemporary I am, what is inherited, and what part I can decide. It is a question, then, oflooking at the margins, of fighting so that the small, imperceptible or anecdotal things arenot lost, those that history does not care about. My search has to do with knowing what canbe learned from other lives, from other intimacies, from other ways of communicating andliving, while building my own subjective memory.


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