Guillermina (o Wilhelmina) de Prusia fue una mujer dotada de una sensibilidad especial que volcó en la música, el bálsamo que hizo más llevadera su complicada vida. Ilustrada y curiosa, fue una generosa mecenas de las artes, además de una reconocida intérprete de varios instrumentos y compositora. Junto a sus hermanos, Federico el Grande y la joven Ana Amalia -también compositora-, impulsaron las carreras de muchos de los músicos más importantes de la época, transformando la austera corte berlinesa en la meca de los maestros de la época y Bayreuth en un pequeño Versalles.
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