En este artículo el autor resalta la importancia de la conversación en el Espíritu porque constituye el modus operandi del mismo Sínodo y porque la sinodalidad consiste en este método. Inicia reconociendo que el clericalismo es contrario a la conversación espiritual, pues es un obstáculo para el ministerio y la misión, que surge de una incomprensión de la llamada divina, que lleva a concebirla más como un privilegio que como un servicio. Con la conversación en el Espíritu, como instrumento de discernimiento que pone en práctica el escuchar y el conversar, se espera superar el clericalismo como realidad cultural y estructural que se acentuó en el segundo milenio del cristianismo.
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