La verdad es que aquí, desplumados, nos están dejando a todos, que estamos ya como el gallo de Morón, y menos mal que aún nos queda el consuelo del cacareo. O sea, que estamos sin plumas, pero cacareando. Pero a don Antonio de Senillosa, que es el primer desplumado de estas historias, quieren cerrarle el pico y dejarle, no sólo sin pluma, sino sin cacareo. "Ningún juez me va a impedir que siga diciendo que me quedé sin pluma", ha dicho don Antonio, pero de momento ya le han condenado por lanzar el kikirikí. Ruiz-Mateos cacarea, pero desde la cárcel. Y a Lola Flores la tienen a punto de cacarear entre rejas.
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