Leer lo que dice José Luis Aranguren es afortunado y triste a la vez, porque tiene el ingenio necesario para impresionar o entretener, y luego se advierte que su influencia ha muerto. Le ha entrevistado muy bien Ignacio Carrión. "Aranguren -dice- prototipo del intelectual por excelencia, reconocía que, individualmente, importaba menos que un pito. Era un vestigio del pasado. Un fósil destinado al Museo. Un lujo a extinguir...
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