María Mercedes Fernández Martín
El esplendor de la arquitectura y las magníficas obras que albergan los templos –pinturas, esculturas, yeserías, etc.–, eclipsa el de otras no menos importantes e igualmente significativas, que sin ellas no se puede entender todo el conjunto. De esta forma toman protagonismo las sacristías, espacios destinados a custodiar los objetos de uso litúrgico que se fueron incrementando y enriqueciendo progresivamente, debido al auge que experimentó la liturgia y con ello el uso de un ajuar cada vez más rico y numeroso, destinado a satisfacer el boato impuesto por la Contrarreforma. Así, las sacristías y su amueblamiento pasaron de ser meros espacios funcionales a recintos de gran importancia en el interior de los templos.
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