El conde duque de Olivares fue consciente de que el valimiento era una figura impopular en la opinión española. Gracias a un grupo de escritores a su servicio logró dignificar esta figura entrando en controversia con sus detractores. Entre estos autores destacó Francesco Lanario, un historiador napolitano que le sirvió eficazmente hasta que el valido prescindió de sus servicios por no entender lo que debía contener un tratado sobre La Paciencia que le había encargado. En la decisión de suprimir al patrocinio de determinados escritores el Conde Duque estuvo muy atento a la «opinión del mundo», a la opinión pública, a ser objeto de burla.
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