Resumen: El encuentro con la palabra poética es resistido en la escuela. Algunas representaciones sociales sobre este género, construidas muchas veces en la misma práctica escolar, hacen que sea poco abordado si se lo compara con otro tipo de textos literarios. En este imaginario se encuentran concepciones sobre la dificultad de la poesía, la búsqueda de un mensaje o una visión utilitaria de los textos poéticos, ideas construidas, mayormente, en base a las experiencias que se han tenido de encuentro –o desencuentro– con la palabra poética en el propio trayecto escolar.Surge, entonces, una pregunta ineludible: cómo puede un docente convertirse en mediador entre un grupo de niños o de adolescentes y un género que le es extraño y poco confortable; cómo podría convertir el territorio del aula en un lugar donde se pueda ya no solo leer sino comenzar a “estar en poesía” (Devetach, 2008, p. 49) como una forma de habitar el mundo. Cómo entender al espacio poético también como un lugar de resistencia.En esa línea, este artículo recupera brevemente la experiencia de los susurradores, tanto en la educación formal como en ámbitos no formales, con el fin de presentarla como una posible estrategia dentro de las diversas posibilidades de acercamiento al lenguaje poético. Asimismo, invita a reflexionar sobre la necesidad de que la poesía se piense como lugar de resistencia y que se instale en las aulas.La práctica del susurro permite recuperar la palabra pronunciada, la musicalidad y corporalidad del poema, además de propiciar la interrelación con otros lenguajes artísticos para la formación de lectores. Este modo de encuentro con la palabra recobra la cualidad sonora de los textos poéticos, enfatizando su musicalidad y la necesidad del uso del cuerpo y de la voz como puentes hacia este género “tan temido”.Palabras clave: poesía, mediación, susurradores.
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