La presentación del cuerpo humano en la Segunda Parte del Quijote difiere de la que caracteriza la Primera, y por consiguiente el efecto emocional de tal presentación es diferente. La muerte se hace más palpable, y se asocia estrechamente con una inestabilidad de la identidad sexual, como en el caso del bello corsario que resulta ser mujer. El desarrollo más destacado del aspecto corporal de las relaciones humanas se produce entre Sancho y su asno, junto con la imagen repetidamente evocada del azotear de las ¿valientes posaderas¿ de Sancho. El mayor énfasis en identidades y límites corporales, en la muerte, y en la risa, surge en función del sistema de autoridad vigente en la sociedad representada en la novela.
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