Con el Viaje del Parnaso intenta Cervantes reivindicar su capacidad poética ante el mundo de las letras: la ficticia llamada al Parnaso por el mismo Apolo es réplica satírica al rechazo de los Argensolas. Pero Cervantes sabe muy bien que los elogios del autor prodigados por Mercurio y Apolo van a carecer en la realidad de toda validez. Por tanto pone en juego una maniobra ingeniosa calladamente, a lo largo de la narración, va creando para el autor-personaje una ¿persona¿ poética impresionante, conforme a los preceptos y criterios del Cisne de Apolo de Luis Alfonso de Carvallo: propaganda personal, por consiguiente, la cual, sin embargo, es también propaganda general en pro de ¿la divina poesía,¿ de los valores morales y de la fe católica.
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