Jaén, España
La excavación del Cerro del Castillo ha puesto al descubierto un santuario ibérico ligado al poblado de Tútugi, con dos momentos cronológicos distintos en la utilización de este espacio: un nivel protohistórico, adscrito a los siglos VII–VI a. C., con cerámicas de vasos hechos a mano y cerámicas grises a torno, y un nivel del Ibérico Pleno (siglos IV–III a. C.) con dos formas cerámicas: ollas, de borde vuelto y cocción reductora, y cuencos de cocción oxidante, ambos realizados a torno. En el segundo momento se depositaron miles de ollas y platos en una terraza recubierta de yeso, a media ladera del cerro. Estas cerámicas formarían parte de unos rituales religiosos realizados a la divinidad celebrados en un lugar cercano. En estos rituales se queman esencias y se hacen ofrendas y libaciones, tras lo cual se rompen las vasijas. Las ollas y platos inutilizados se recogen y se depositan por separado, junto con los restos de la ceniza, los carbones y las semillas ofrendadas. En el ritual también participan otros objetos como son los anillos de bronce y algún elemento de orfebrería en oro. El lugar no se destaca visualmente en el entorno, no se concibe como un santuario para ser visto desde puntos lejanos. Su proximidad a la ciudad es lo que define su propio carácter como santuario periurbano que se localiza en el entorno antropizado, en una zona abierta y accesible, fuera de los límites físicos de la ciudad, aunque bajo el control político, económico y, no cabe duda, simbólico de la propia ciudad de Tútugi.
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