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La Iniciativa de la Franja y la Ruta: Impacto en Asia Central y repercusión en el statu quo

    1. [1] Escuela de Inteligencia Económica y Relaciones Internacionales, UAM
  • Localización: Notebooks of geopolitical intelligence, ISSN-e 2660-6267, Vol. 5, Nº. 1 (Junio 2024), 2024, págs. 1-30
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • español

      El sistema internacional lleva casi medio siglo presenciando el advenimiento de China como superpotencia y, por tanto, una alteración en el statu quo. Lo anterior ha devenido más tangible debido al carácter asertivo y a la propuesta metafórica del «sueño chino» del presidente actual, Xi Jinping, que, en el año 2013, lanzó el mayor proyecto de cooperación internacional de este siglo: la «Iniciativa de la Franja y la Ruta». Por medio de esta iniciativa estratégica, que aspira a emular las conexiones de la antigua Ruta de la Seda, China no contribuye solo al desarrollo sostenible de los países emergentes, sino que está tejiendo todo un entramado de infraestructuras e interconexiones, consolidando así su hegemonía a lo largo de todos los continentes. De esta manera, este megaproyecto entraña tanto grandes oportunidades como potenciales riesgos para los Estados adheridos, puesto que no trae consigo meramente el crecimiento socioeconómico y la integración regional, sino que puede desembocar en excesiva dependencia, pérdida de soberanía, problemas de transparencia y malestar poblacional. Pese a esto, aunque su impacto no es equivalente en todo el globo, hay una región clave para el éxito del proyecto debido a su situación geográfica en el corazón de Eurasia: Asia Central. Así, los cinco Estados emergentes que componen la región y el resto del orden internacional están siendo, cada vez más, partícipes de la variante asiática del proceso globalizador: la globalización con características chinas.

    • English

      For almost half a century, the international system has been witnessing China’s emergence as a superpower and thus a change in the status quo. This has become more tangible due to the assertiveness and metaphorical proposal of the ‘‘Chinese dream’’ of the current president, Xi Jinping, who, in 2013, launched the largest international cooperation project of this century: the ‘‘Belt and Road Initiative’’. Through this strategic initiative, which aims to emulate the connections of the ancient Silk Road, China is not simply contributing to the sustainable development of emerging countries but is weaving a whole network of infrastructures and interconnections, thus consolidating its hegemony across all continents. Thus, this mega-project entails both great opportunities and potential risks for member states, as it does not merely lead to socio-economic growth and regional integration, but can lead to overdependence, loss of sovereignty, problems of transparency and public unrest. Despite this, although its impact is not equivalent across the world, there is one region that is key to the project’s success due to its geographic location in the heart of Eurasia: Central Asia. Thus, the five emerging states that make up the region and the rest of the international order are increasingly participating in the Asian variant of the globalizing process: globalization with Chinese characteristics.


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